
Hoy voy a hablar de un tema, que me tiene francamente preocupada desde hace algún tiempo y es la cada vez más extendida costumbre de no vacunar a los niños. Esto es algo que llevo un tiempo leyendo en los periódicos, que me han comentado algunos amigos que trabajan en el sector sanitario y que me parece tremendamente grave. Por todo ello, voy a contar mi caso, aunque soy bastante reservada y no me gusta hablar de mí, en esta ocasión, voy a hacer una excepción.
Esta soy yo, en el año 2007. Cuando tenía 18 meses, enfermé de Poliomielitis, una enfermedad de origen vírico, que ataca al Sistema Nervioso Central y que destruye, concretamente, las neuronas motoras. Si las neuronas afectadas son las que controlan órganos vitales, como los pulmones o el corazón, puede llegar a ser mortal. Yo, estuve a punto de morir, pero finalmente salí adelante, eso sí con unas secuelas permanentes que generaron una discapacidad del 65%. Tengo que llevar aparatos ortopédicos en ambas piernas y bastones para caminar. Los aparatos no son una panacea, provocan muchas molestias, Dermatitis varias, alergias, rozaduras y hacen daño.
Hasta los 8 años no pude asistir al colegio, ya que me pasaba el tiempo en los Hospitales. Pasé por un montón de operaciones quirúrgicas, varios meses al año estaba ingresada y el resto del tiempo en tratamiento ambulatorio, al que tenía que acudir a diario. Así que mis padres tenían que contratar profesores particulares que me daban clases en el Hospital de turno, donde estuviera.
Pese a todo esto, durante unos años, he llevado una vida, más o menos «normal». He ido al Colegio, al Instituto, he estudiado 2 carreras universitarias (Biológicas, que tuve que dejar en 3º; y Geografía e Historia, de la que me licencié en 1995); y he trabajado durante 27 años.
Sin embargo, a partir de los 40 años, empecé a sufrir muchos dolores de espalda, a consecuencia de mi forma antinatural de andar. Después de visitar durante más de 1 año un montón de especialistas, me diagnosticaron, Espondiloartrosis, Escoliosis dorso-lumbar, Hiperlordosis lumbar y un montón de trastornos músculo-esqueléticos, como Tendinitis crónica en los hombros, codos y muñecas, Artrosis de caderas, y, la guinda que corona este gran pastel: Síndrome Post-Polio, una enfermedad de tipo neurológico, que padece alrededor de un 50% de las personas que hemos sufrido polio en la niñez, degenerativa e incurable que, en este país, apenas conocen un puñado pequeño de médicos y que no este reconocida como enfermedad por el Sistema Sanitario.
A consecuencia de todas estas cosas, a finales del año 2006, me concedieron la Incapacidad Permanente Absoluta para todo trabajo. Estaba cursando estudios de Doctorado y preparando Oposiciones para el Cuerpo de Arhiveros-Bibliotecarios, un trabajo que me apetecía mucho hacer, pero tuve que dejarlo todo.
Total, resumiendo, en dos palabras: ¡¡Estoy «Jodida»!!
¿Y sabéis que?: Toda esta mierda, podría haberse evitado con una simple Vacuna. Cuando me levanto con uno de esos días tontos, que tenemos todos, me pongo realmente furiosa. Furiosa con este país de pandereta, donde me tocó nacer y que no tenía un sistema de vacunación como Dios manda. Furiosa con mis padres por su ignorancia y desconocimiento y furiosa con el Pediatra que me tocó en suerte y que no se preocupo de que me vacunaran a su debido tiempo. Furiosa con todo y con todos.
Así que, perdonadme, pero ¡¡no seáis CAPULLOS!!. Dejaos de tonterías y de absurdas teorias conspiranoicas. Hacedme un favor:
¡¡¡VACUNAD A VUESTROS HIJOS!!!
No permitáis que sufran enfermedades, que condicionaran toda su vida y que se podían haber evitado con un simple pinchazo.